
Supongo que todos nacemos con una vocación, aunque algunas veces parezca desaparecer de nuestras vidas.
Luego sucede algo y ¡zas! de nuevo irrumpe allí y se queda con nosotros para siempre.
En mi caso sucedió así:
"Desde pequeña siempre me llamó la atención cómo se podían atrapar los momentos de la vida utilizando unos simples lápices de colores y dejarlos plasmados en un acogedor papel blanco. Pronto comprendí que aquella magia tenía mucho más alcance, así que comenzé a usar otras herramientas para cazar momentos... En ocasiones se me olvidaban los momentos y me quedaba absorta con las propias herramientas y sus habilidades, desde un hilo de plata que al rizarse se convierte en una preciosa pieza de orfebrería, hasta una orden concreta en un ordenador para crear en dos o en tres dimensiones. Y cuanto más aprendía, más consciente era del extenso camino que debía recorrer: los lápices, irremediablemente, se quedaron cogiendo polvo en su singular aljaba. Vinieron así a sucederse una tras otra diversas técnicas y actividades: orfebrería, fotografía, infografía, diseño gráfico, interiorismo, arte digital, producción editorial... Todas tenían algo que ofrecerme, como el dibujo técnico, con el que aprendí la belleza del detalle preciso. Sea como fuese, en esta gran diversidad había un elemento común por el que me sentía atraída, y aún en las partes más arduas de los oficios, buscaba yo trabajando, un diálogo íntimo con la parte artística. Claro que era un universo gigantesco que no podía descubrir sola. Pasé tiempo formándome, escuchando y poniendo en práctica las valiosas lecciones de maestros que impartían sus dispares materias en distintas instituciones.
Pero un día, rodeada de niños a los que debía mostrarles la magia de crear con la imaginación y las manos, volví a desenfundar los lápices, que no solo no estaban molestos sino que habían guardado, dijérase en las puntas, todo lo que había aprendido.
Cuando aquel grafito empezó a deslizarse sobre el papel blanco y me mostró por primera vez la luz que tenían los ojos retratados, mi vocación se mostró de nuevo, y con voz dulce me susurró... Sigue cazando "
Mis lápices y su singular aljaba